Pocas semanas después del plebiscito, se cumplirán 3 años desde el estallido de octubre de 2019, tiempo en el que hemos vivido grandes desafíos, incluyendo los profundos efectos sociales y económicos de la pandemia, que hicieron aún más visibles los problemas estructurales que arrastrábamos en pobreza, vulnerabilidad y desigualdad.
El proceso constituyente fue una salida institucional a ese momento de crisis, pero también una vía para iniciar el camino de reconfiguración de nuestro pacto social. A pesar de la complejidad que ha tenido un debate álgido, con posiciones identitarias y desinformación, el proceso ha tenido un valor profundo que será importante considerar hacia adelante, sea cual sea la opción que cada uno escoja al votar o el resultado del plebiscito.
En cualquiera de los escenarios, seguiremos en la tarea de reconfiguración del pacto social, uno que debe asentarse en la sociedad como una nueva forma de relacionarse, con otra distribución del poder y un nuevo marco de desarrollo. Más allá de las mejoras que se realicen o de otras etapas que puedan iniciarse, un nuevo contrato social requerirá de la disposición de todos a generar acuerdos amplios que hagan posible la implementación legislativa y práctica de distintas políticas públicas, bajo la hoja de ruta de una nueva constitución.
Para que ese camino sea exitoso, será importante revisar constructivamente los aprendizajes del proceso constituyente. En ese marco, una tarea que debiera demandar nuestra atención es la reconstrucción de las confianzas, que se han debilitado tanto a nivel interpersonal como respecto de las instituciones, al igual como ha ocurrido con la calidad de nuestros vínculos sociales.
Reconstruir la confianza es una condición necesaria para un pacto social, para que exista disposición a aportar al esfuerzo colectivo y valoración de los bienes públicos. La confianza es la base de la cohesión social y esta es el pegamento en un nuevo pacto social. Esa ruta necesita diálogo, participación de la sociedad civil y transparencia.
La votación del plebiscito probablemente será estrecha y mostrará la división de dos posiciones antagónicas. Ese resultado, sin embargo, esconderá avances importantes como una valoración amplia de un Estado social y democrático de derecho o de la paridad. Invisibilizará también los matices, que pueden ser de grado o de interpretación de algunas reglas, y separará posiciones cercanas según se ponderen riesgos o beneficios.
Para reconstruir nuestro pacto social, será necesario reencontrarnos desde la confianza, apreciar los aprendizajes, diferencias y avances logrados; y, desde un diálogo abierto, asegurar una amplia legitimidad social y política, que haga posible avanzar hacia una sociedad más justa, con un desarrollo inclusivo y sostenible.