En las cinco mediciones realizadas por Espacio Público e Ipsos, la esperanza había sido el sentimiento que más representaba lo que las personas sentían respecto al proceso constituyente. En la sexta y última medición, realizada entre el 12 y el 25 de julio, la esperanza fue superada en promedio por la incertidumbre y alcanzada por la desconfianza. Pareciera ser que el momento nacional reúne un poco de todo: esperanza, desconfianza y falta de certezas, y cuesta separar cuánto de esto es resultado del proceso constituyente y cuánto responde al resto de los desafíos que acontecen y tensionan la cotidianeidad de las personas que habitan nuestro país. Lo que sí queda claro es que estamos remecidos.
Si analizamos la incertidumbre en mayor profundidad y en su relación con el proceso constituyente, hay dos preguntas de esta misma entrega que resultan particularmente interesantes. Cuando les preguntamos a las personas qué creen que pasará en los próximos diez años si es que se aprueba la propuesta constitucional, un 43% cree que ocurrirán cambios positivos y un 50% cambios negativos (12% señala que algunos cambios negativos y un 38% muchos cambios negativos), y solo un 5% cree que el país va a seguir igual después de la nueva Constitución. En un escenario de cambios es comprensible que la incertidumbre se acreciente. En caso contrario, si es que gana el Rechazo, un 34% cree que habrá cambios positivos para el país, y un 37% que habrá negativos. A diferencia del escenario del triunfo del Apruebo, en este caso un 26% estima que el país va a seguir igual si se rechaza la nueva Constitución.
Una segunda dimensión de análisis asociada a la incertidumbre es la preferencia por las reformas. Si se aprueba la propuesta de nueva Constitución, un 84% de las personas encuestadas señala que la Constitución debiera tener modificaciones en el corto plazo. Si la propuesta se rechaza, un 86% afirma que la actual Constitución debiese tener modificaciones a la brevedad. En resumen, los grupos absolutamente convencidos -tanto de aprobar la propuesta tal como está o de rechazar y mantener la actual Constitución- son minoritarios, y lo anterior refuerza un escenario incierto y sensible a la confianza de realizar los cambios comprometidos. Es en esa disyuntiva donde pareciera jugarse la necesaria mayoría para ganar el 4 de septiembre. Además, pareciera ser que la repetida frase que refuerza que la discusión constitucional no terminará el día del plebiscito ya no es propia de cierta elite intelectual o política, sino que también la constatación de las preferencias ciudadanas.
Que haya incertidumbre hoy no es necesariamente un problema, en la medida que haya conducción y señales políticas que permitan constatar que este sentimiento es propio de un momento con fecha de expiración. Y por lo mismo, el itinerario que enfrente nuestro país, reconociendo el escenario de cambios, tendrá un cerco definido y acordado. Ahí sí que tenemos tarea.